Apenas el aurora había mostrado

​Apenas el aurora había mostrado​ de Hernando de Acuña


 Apenas el aurora había mostrado   
 las flores que en la noche había escondido,   
 cuando un pastor, de amor entristecido,   
 penoso estaba a un árbol arrimado.   
 

 Hablando con su hato y su cayado,  
 alzó con ronca voz un gran gemido,   
 diciendo: «¿Para qué dejas perdido   
 el cuerpo, pues el alma me has llevado,   
 

 pastora desleal? ¿En qué pusiste   
 el querer que con palabras me mostraste  
 en pago del amor que me ofreciste?   
 

 ¿Por qué tan sin razón, di, me trocaste?   
 Pues otro mayor bien no pretendiste   
 que verme muerto aquí do me dejaste».