Aparición (Mallarmé)
La luna se afligía. Serifines llorando
en la calma, entre flores vaporosas, soñando,
con el arco en los dedos, sacaban de sus violas
sollozos que rozaban lo azul de las corolas.
—De tu beso primero era el bendito día.
Gustosa en torturarme mi vaga fantasía
se embriagaba discreta con el perfume triste
que, aun sin pesar ni dejo, tras cogerle, subsiste
en aquel corazón que el Ensueño ha cogido.
Con la mirada fija en el envejecido
pavimento iba... Entonces, en tus rizos luciendo
el sol de aquella tarde, apareciste riendo
en la calle. Crei ver el sombrero nimbado
del hada de mis sueños de niño muy mimado,
cuando dejaban caer sus manos mal cerradas
nieve de blancos ramos de estrellas perfumadas.