Apólogo (Isaacs)
A mi amigo el doctor Florentino Vezga
En el artesón dorado
De una oscura sacristía
Un murciélago tenía
Blando nido acomodado.
Al través del enrejado
Cierta mañana decía
A los pájaros que oía
Cantar en el emparrado:
"Turba de herejes, malsines,
¿A qué Dios allí alabáis
Cuando interrumpiendo estáis
Con chillidos los maitines?
Dejad uvas, galopines:
Sin vino al guardián dejáis
Y nunca un grano sembráis
Del convento en los jardines".
Un gran lechuzo que oyó
La filípica tremenda
Dijo: "Merece prebenda;
Este bicho es un Veuillot!"
1872