ALMAS EGOÍSTAS


E

goístas: ¿veis las olas

esas que al náufrago arrancan
la tabla de que se asiera
en sus agónicas ansias,
hundiéndole para siempre
del abismo en las entrañas?
Si alma esas olas tuvieran
de la vuestra fuera hermana.

“¡Olas, tened un momento
vuestra diabólica danza!
¡Que alguien pueda socorrerme!”
dice una voz angustiada.
Y cada ola responde
con un rugido que espanta:
“Muera quien muera ¡qué importa!
si yo hago lo que me agrada”.

Vosotros, los que miráis
indiferentes las lágrimas
vertidas por vuestra culpa
sin procurar enjugarlas;
los que no tenéis escrúpulo
de levantar vuestra casa
sobre. las ruinas de aquella
que destruyó vuestra infamia;
los que hacéis la caridad
no la que en Dios nos hermana
—esa. que alivia dolores
en el cuerpo y en el alma,

cuyo Maestro es el Cristo
que sobre la Cruz sagrada
implora al Padre piedad
por los que en la Cruz le clavan —
sino la que al indigente
inspira ideas anárquicas
al prodigarle la afrenta
juntamente con la dádiva;
los que amontonéis riquezas
con hambre ajena amasadas;
los que el ajeno derecho
pisoteáis cuando os cuadra;
los que no os privéis de un gusto
para que otros tengan calma;
en fin, los que buscáis dicha
labrando ajenas desgracias,
mirad, mirad en las olas
la imagen de vuestras almas!
en esas olas que al náufrago
el salvavidas le arrancan
hundiéndole en el abismo
después de estrellar su barca,

¡barca que flotó al impulso
de ilusiones y esperanzas!...
Miraos en esas olas
vosotros, olas humanas:
si aquellas alma tuvieran
con la vuestra se hermanara.

“Muera quien muera ¡qué importa!
si yo hago lo que me agrada”
dicen las olas bravías
en su diabólica danza.
Y dicen los egoístas
con acciones y palabras
“Sufra quien sufra ¡qué importa!
Hágase mi gusto y basta”.

Mas... esas olas perversas
que tragan hombres y barcas,
nada piensan, nada temen:
las olas no tienen alma.

Pero vosotros... vosotros
los que veis correr las lágrimas
vertidas por vuestra culpa
sin procurar enjugarlas;
los que no os privéis de un gusto
para que otros tengan calma;
los que buscáis vuestra dicha
labrando ajenas desgracias,
¿olvidáis que sois mortales?
¿no os acordáis que la Parca
ha de segar vuestra Vida?
¿no tembláis por vuestras almas?

La ola en su hipocrecía (sic)
se viste de espuma blanca
y son sus entrañas negras
puesto que la muerte guardan.
Y vosotros, egoístas,
que mostráis amable cara,
si el egoísmo es tan negro
¿de qué color es vuestra alma?