Almas
(En la muerte del padre Cámara)
Yo de un alma de luz estuve asido, luz de su luz para mi fe tomando; pero el Dios que la estaba iluminando, veló la luz bajo crespón tupido. Tanto sentí, que sollocé dormido, y dentro de mi sueño despertando, vi que el alma del justo iba bogando por el espacio ante el Señor tendido. Y, faro bienhechor, polar estrella , la mística doctora del Carmelo, desde una celosía de la Gloria, —¡Ven! ¡Ven!— le dijo, ¡y la elevó hasta ella! Entraron las dos almas en el cielo y un nuevo sol brilló en el de la Historia.