Alcoba
Espesa alfombra embota el paso mudo;
todo en desorden brilla. Velo asirio
envuelve el tiesto en que desmaya un lirio;
un ramo prende del morisco escudo.
Contra el tapiz, de un Zurbarán desnudo
brota en tropel la sangre del martirio,
y luz incierta como luz de cirio
baña la pompa del gran lecho viudo.
Arde la lumbre. Entre canciones rotas
suenan lejanas, estridentes notas,
rumor perdido de las ebrias Pascuas.
Dentro todo enmudece, excepto el eco
del rítmico reloj, o el crujir seco
del duro leño convertido en ascuas.