Al nacimiento de la Princesa de Asturias
¡La Reina es madre! Venturoso día
luce por fin en el Oriente hispano:
présago de salud, con hondo arcano
a Trono y Pueblo el Hacedor le envía.
Cesa la guerra; la Discordia impía
huye al profano; y del bifronte Jano
cerrado el templo, con augusta mano
la regia prole a la virtud nos guía.
Y la patria revive; árbitro y dueño
es de la tierra; y su blasón divino
brilla otra vez con inmortal hazaña.
Ángel querido, así al mirarte, el ceño
la suerte depondrá, y alto destino
de honor y gloria labrarás a España.