Al nacimiento de Pradina
Cuando al morir el poderoso estío el Otoño asomó la rubia frente, frescura dando al congojoso ambiente, vida a las plantas, movimiento al río, nació Pradina, y celestial rocío vivificó las flores de repente; arrullolas Favonio blandamente, y el sol brilló con nuevo señorío. Alegre al verla el ruiseñor trinaba, y de su boca de coral salía fragante olor que el aire embalsamaba. ¡Triste de ti, Casinio! (cuando abría los bellos ojos, el Amor clamaba). ¡Ay, de tu libertad, y aun de la mía!».