Al hijo del Duque de Frías
Precioso niño, si al templar mi pena basta el recuerdo de tan fausto día, y al cielo llega la plegaria mía en vez de lira al son de mi cadena; dará benigno a tu niñez serena, delicias de tu casa y su alegría, más que soñado néctar o ambrosía de salud y placer la copa llena. Tu brazo un tiempo blandirá brioso de tu padre el acero, cuando altivo batas la ijada al alazán fogoso. Docto cual él serás y ardiente y vivo; cual tu madre gentil, discreto, hermoso; cual ambos bueno, amable, compasivo.