Al concierto dado por las bellas de Mantua
Llegó en sordo lamento al Manzanares El grito de los pueblos que cayeron, Y piadosas sus bellas le ofrecieron El fruto de sus célicos cantares. Llevolo el eco hasta los hondos mares Y su llanto los tristes suspendieron, Y a sus acentos asombrados vieron De nuevo alzarse sus antiguos lares. Como en Grecia dulcísimo y sonoro Hiriendo el aire el poderoso canto Blando pulsaba Anfión la lira de oro; Y en techos y columnas se ordenaban Las piedras, atraídas del encanto, Y la discorde Tebas levantaban.