Al autor del Anti-Quijote
La voz sonora de un rocín gallego que al Setabiense aclama noche y día llegando al reino de la muerte fría del buen Quijote perturbó el sosiego. ¡Hi de pu...!, dijo el paladín manchego, ¿ese follón amengua mi valía? ¡Sús! ¡Alto! ¡A castigar su demasía! Ensilla, Sancho, a Rocinante luego. Señor, ¿a Rocinante? Si se enfada mi rucio solo acallará sus voces, dejándole tendido en la estacada. Harto se echa de ver que no conoces, Sancho amigo, su fuerza denodada: capaz es de matarte el rucio a coces.