Al amor (Arjona)
Sufre las nieves, sin temor al frío, el labrador que ocioso no pudiera de la dorada mies cubrir su era a la llegada del ardiente estío. No recela el furor del Noto impío, ni la saña del Ponto considera el mercader que en la ocasión espera descanso lisonjero, aunque tardío. Mujer, hijos y hogar deja y cubierto el soldado de sangre, en suelo extraño el honor de su afán contempla cierto. Solo yo, crudo amor, busco mi daño, sin esperar más fruto, honor ni puesto que un costoso y estéril desengaño.