Al Duque de Rivas
Tú a quien afable concedió el destino, digna ofrenda a tu ingenio soberano, manejar del Aminta castellano la dulce lira y el pincel divino. Vibrando el plectro y animando el lino, logra Saavedra, con dichosa mano, vencen las glorias del cantor troyano, robar las gracias del pintor de Urbino. Lógralo, y logre yo, si más clemente se muestra acaso la áspera fortuna que hoy no me deja en blando son loarte, tejer nuevas coronas en tu frente ya esclarecida por tu ilustre cuna, ya decorada del laurel de Marte.