Al Cardenal Bembo
¡Ay! ¡cuánto fui a mi sol, contrario al hado
que antes el numen con su rayo ardiente
no os encendió, para que eternamente
fuerais más claro vos, el más loado!
Con vuestro estilo noble y levantado
entre todos famoso y excelente
su nombre hubierais del ocaso a oriente
de la segunda muerte preservado.
¡Pudiese daros yo el ardor, que siento,
o vos a mí la inspiración suprema,
para cantar un mérito tan nuevo!
Mas al cielo dejamos descontento
vos porque no escogisteis ese tema,
yo porque de tal sol a hablar me atrevo.