Agradecimiento a la memoria del amor
Acostumbrado, Filis, a tu halago y privado ya de él por tiranía de mi suerte, las glorias de algún día con doblados tormentos satisfago. ¿Quién tan mortal y tan acerbo trago de tan grade dulzura esperaría, que ni tan corto tiempo trocaría tanto placer en tan terrible estrago? Pero, ¿cómo es posible que yo sienta pesar alguno tras de gusto tanto, por más que amor me niegue ya su gloria? Pues para disipar cualquier tormenta, en el mar proceloso del quebranto, tengo un iris seguro en mi memoria.