​Adán​ de Fernán Caballero


Lloraba Adán con tal desconsuelo la muerte de Abel, que el Señor, compadecido, le dijo:

-Consuélate, Adán, pues serás la estirpe de numerosísimas generaciones; van a descorrer la cortina que a tus ojos humanos abre el porvenir, y a mostrartelo cual será andando el tiempo.

Entonces, desapareciendo el tiempo y las distancias. Adán, asombrado, percibió el orbe entero poblado de diversos pueblos y naciones. Mucho tiempo las estuvo observando, y después, volviéndose con aumentado desconsuelo al Señor, le dijo:

-¡Señor, Señor, dejadme llorar a Abel! ¡Todos son hijos de Caín!

Y era que a todas las naciones había visto en guerra unas con otras.