Acertar errando: 03


Escena II editar

DICHOS y DON VENTURA ALMAZÁN, jadeando.


D. VENTURA ALMAZÁN. -¡Ah, canario, traía un miedo de llegar tarde!... ¡Ah, señores, buenos días! Digo, ¡buenas noches!..., no, no, buenos días. ¡Ah!, señor administrador, dígame pronto; un asiento..., ¿alguno quedó?

ADMINISTRADOR. -¿Para qué parte, caballero?

D. VENTURA ALMAZÁN. -Para..., aguarde..., déjeme respirar... ¡Ah! El maldito sastre que me había ofrecido... ¡Canario! ¡Canario con Madrid! Por más...

ADMINISTRADOR. -Caballero, estoy esperando que usted...

D. VENTURA ALMAZÁN. -Yo también estoy esperando que acábenme el vestido de boda, y por eso... ¡Canario con el sastre!, ¡más pesado!... Y tengo que volver allá.

MARQUÉS DEL ROBLE. -He aquí un original (Aparte riendo): me alegraré que sea de los nuestros.

ADMINISTRADOR. -Acabemos. ¿Dónde quiere usted ir?

D. VENTURA ALMAZÁN. -Al Quintanar de la Orden, hombre; ¿no se lo he dicho?

ADMINISTRADOR. -No señor, no me lo ha dicho usted. No nos ha hablado usted más que de sastre y de su vestido de boda que aún no le han acabado. Un asiento queda en la de Valencia. ¿Cuál es su gracia de usted?

D. VENTURA ALMAZÁN. -Ventura Juan María Almazán.

MARQUÉS DEL ROBLE. -(¡Almazán! Yo conozco este apellido.)

ADMINISTRADOR. -Ventura Almazán... (Escribiendo.)

D. VENTURA ALMAZÁN. -¿Y Juan María?

ADMINISTRADOR. -Basta con el primero. Esto no es fe de bautismo.

MARQUÉS DEL ROBLE. (A D. VENTURA ALMAZÁN.) -¿Me permitirá este caballero que le haga una pregunta? ¿Es usted pariente de don Pablo Almazán, un caballero de Tuy, antiguo amigo y paisano mío?

D. VENTURA ALMAZÁN. -¿Don Pablo Almazán de Tuy? Pues si ese es mi padre.

MARQUÉS DEL ROBLE. -¡Calle!

D. VENTURA ALMAZÁN. -Sí señor; y yo soy hijo suyo. ¡Conque antiguos amigos! ¡Vaya! ¿Quiere decirme su nombre?

MARQUÉS DEL ROBLE. -Yo soy el marqués del Roble; pero su padre de usted no debe conocerme sino por don Lorenzo Calvo, que así me llamaba en Tuy.

D. VENTURA ALMAZÁN. -¡Ah! ¡Don Lorenzo Calvo! Sí señor, mi padre me tiene hablado mucho de usted; ¡voto va, canario! Alegrarase mucho cuando yo le diga... ¿Y cómo le va, don Lorenzo?

MARQUÉS DEL ROBLE. -Perfectamente. ¿Y el amigo don Pablo? Siempre alegre, robusto.

D. VENTURA ALMAZÁN. -Así, así: atorméntale mucho la gota; hay veces que lo pone a parir. ¡Ah, canario!, me va a moler a preguntas; ¿qué tengo de responderle? Dígame, dígame, ¿es usted casado, viudo o soltero? ¿Tiene chicos? ¿Qué hace? ¿Dónde vive? Perdone si le molesto; pero...

MARQUÉS DEL ROBLE. -No, no: es muy justo. Pues señor, puede usted decirle a su padre que ya se acordará del tiempo en que salí de Tuy de alférez de caballería; que en la guerra de la independencia cumplí con mi obligación, y como esa es la época de las vacantes, fui ascendiendo: me casé con una hermosa joven que heredó a poco el marquesado del Roble, y concluida la guerra me retiré de coronel.

D. VENTURA ALMAZÁN. -¡Canario!

MARQUÉS DEL ROBLE. -He viajado por Francia, Italia, Alemania, y últimamente me he retirado con mi mujer y mi hija a una hermosa quinta que tengo ahí en Yepes, donde vivo feliz. Tengo también un hijo, guapo mozo, teniente de un regimiento de caballería, que ahora justamente va de cantón, al Quintanar de la Orden, y esto me proporcionará el gusto de verlo a menudo sin que falte al servicio.

D. VENTURA ALMAZÁN. -Bueno, bueno. Cáteme usted lleno de noticias para responder a padre... ¡Ah!, dígame: ¿no tenía una hermana?

MARQUÉS DEL ROBLE. -Sí señor.

D. VENTURA ALMAZÁN. -Doña Rosa Calvo, ¿también de Tuy?

MARQUÉS DEL ROBLE. -Justamente. ¡Qué! ¿Puede usted darme noticias de ella?

D. VENTURA ALMAZÁN. -Ni pizca. Y antes es usted quien debía dármelas.

MARQUÉS DEL ROBLE. -Nada sé de ella. La guerra nos separó, y no la he vuelto a ver. De vuelta de mis viajes he dado mil pasos, he hecho mil diligencias: ¡todo en vano!

D. VENTURA ALMAZÁN. -Padre me tiene hablado mucho de ella; dice que era tan guapa, tan virtuosa...

MARQUÉS DEL ROBLE. -¡Pobre Rosa! ¿Qué será de ella? He de ir a ver a su padre de usted, renovaremos amistades, y...

D. VENTURA ALMAZÁN. -Pues ya; y usted le... ¡Canario!, lo va usted a ver; ¿usted viene al Quintanar de la Orden?, pues allí llegará padre mañana para asistir a mi boda, y..., yo le convido a usted.

MARQUÉS DEL ROBLE. -Amigo, mil gracias: yo me separo de ustedes en Ocaña.

D. VENTURA ALMAZÁN. -Entonces no puede usted llegar al Quintanar... ¡Canario!, y vería usted a mi novia, sobrina, pupila, y probablemente heredera de uno de los fabricantes más ricos del Quintanar, don Cenón Carcoma, el fabricante...

MARQUÉS DEL ROBLE. -¡Hola! Don Cenón: lo conozco; le compré muchas cosas para alhajar la quinta. Amigo que sea enhorabuena; gran boda.

D. VENTURA ALMAZÁN. -Sí señor, sí; no es maleja. Pero yo no sé que novedad habrá ocurrido. Cuatro días no más hace que estoy en Madrid para comprar los regalos de bodas y cate usted que recibo anteayer una carta de don Cenón diciéndome que me vaya allá inmediatamente si quiero que la boda se verifique.

MARQUÉS DEL ROBLE. -¿Y qué misterio es ese?

D. VENTURA ALMAZÁN. -¡Qué diablos sé yo! Mire, mire, aquí está la carta (Saca una carta); no es larga. (Lee.) «Amigo don Ventura Almazán: despáchese a venir, porque si tarda no le respondo del negocio. Haga por estar en esta el miércoles, y que se haga la boda el jueves, para que esté usted casado el viernes, que es el día en que debe de llegar aquí el regimiento de caballería que viene de guarnición. Salud, y despáchese. Cenón Carcoma.» ¿Ha entendido algo?

MARQUÉS DEL ROBLE. -Hombre, en efecto, viene tan conciso que es difícil...

D. VENTURA ALMAZÁN. -Ya sé yo que si estoy casado (mirando la carta) el jueves también lo estaré el viernes: esto ya lo entiendo. Pero a qué viene hablarme de que llega un regimiento, ni... Señor, ¿qué tiene que ver mi novia con un regimiento? Por más que cavilo...

MARQUÉS DEL ROBLE. -Ea, hasta luego. Voy mientras enganchan... Costumbres de campaña que nunca se pierden. (Sacando su pipa.)

D. VENTURA ALMAZÁN. -Agur, señor marqués de... (Saca una bolsa, y paga al administrador.)

MARQUÉS DEL ROBLE. -Del Roble.

D. VENTURA ALMAZÁN. -Es verdad; señor marqués del Roble, luego nos veremos en la diligencia y charlaremos.