Abrir al que llama
Abrir al que llama.
Un lacayo truhán y descarado subia por una escalera delante de su amo, caballero principal de la corte; y como en medio de ella se le cayese el zapato y necesitase bajarse para ponérselo, el caballero, que no podia subir, le dio un fuerte golpe en la conclusión de la espalda.
El truhán, que se sintió herido, soltó con estrépito una pluma de la cola y se puso en pié. — Miserable, bellaco, ¿qué has hecho le dijo su señor.
Pero el lacayo, ganando de un salto tres ó cuatro escalones, le contestó:
— ¿A qué puerta llamará V. que no le respondan?