A unos ojos
de Ramón de Campoamor


    Más dulces habéis de ser,
    si me volvéis a mirar,
    porque es malicia, a mi ver,
    siendo fuente de placer,
    causarme tanto pesar.

    De seso me tiene ajeno
    el que en suerte tan crüel
    sea ese mirar sereno
    sólo para mí veneno,
    siendo para otros miel.

    Si crüeles os mostráis,
    porque no queréis que os quiera,
    fieros por demás estáis,
    pues si amándoos, me matáis,
    si no os amara, muriera.

    Si amando os puedo ofender,
    venganza podéis tomar,
    porque es fuerza os haga ver
    que o no os dejo de querer,
    o me acabáis de matar.

    Si es la venganza medida
    por mi amor, a tal rigor
    el alma siento rendida,
    porque es muy poco una vida
    para vengar tanto amor.

    Porque con él igualdad
    guardar ningún otro puede;
    es tanta su intensidad,
    que pienso ¡ay de mí! que excede
    vuestra misma crüeldad.

    ¡Son, por Dios, crudos azares
    que me dén vuestros desdenes
    ciento a ciento los pesares,
    pudiendo darme a millares,
    sin los pesares, los bienes!

    Y me es doblado tormento
    y el dolor más importuno,
    el ver que mostráis contento
    en ser crudos para uno,
    siendo blandos para ciento.

    Y es injusto por demás
    que tengáis, ojos serenos,
    a los que, de amor ajenos,
    os aman menos, en mas,
    y a mí que amo más, en menos.

    Y es, a la par que mortal,
    vuestro lánguido desdén
    ¡tan dulce... tan celestial!...
    que siempre reviste el mal
    con las lisonjas del bien.

    ¡Oh, si vuestra luz querida
    para alivio de mi suerte
    fuese mi bella homicida!
    ¡Quién no cambiara su vida
    por tan dulcísima muerte!

    Y sólo de angustias lleno,
    me es más que todo crüel,
    el que ese mirar sereno,
    sea para mí veneno,
    siendo para todos miel.