A unos amigos
Ceden del tiempo a la voraz corriente recias pilastras y columnas duras, las cúpulas rindiendo que seguras se sustentaban en su excelsa frente. Caduco desde el Líbano eminente baja el añoso cedro a las llanuras, ayer frondoso adorno en las alturas, hoy triste cebo en el hogar ardiente. Contra la destrucción tan poco abrigos halló mi musa; que si busca ansiosa versos que ya la esquivan enemigos, sólo a ofrecer se atreve, afectuosa, verdad, y no ilusión, a mis amigos; caricias, no cantares, a mi esposa.