A una tonta
de Rafael María Baralt


 Nadie lo niega, Elisa, y yo el primero,
 si alguno lo negara, lo diría:
 todo en tu cara hermosa es simetría;
 cada cual de tus ojos un lucero.
 

 Y nada excede en garbo al hechicero
 talle gentil, ni en noble bizarría
 la cadera, que al sesgo se desvía
 y columpia amoroso el pie ligero.
 

 Nadie lo niega, hermosa, y quien delira
 por tu albo seno que al placer provoca:
 quien, tu cuello al mirar, tiembla y suspira,
 

 pero hay dos gracia sen tu linda boca
 que el mundo sabio, sobre todo admira:
 tu charla eterna, y tu reír de loca.