A una rosa (Lafinur)

A una rosa
de Juan Crisóstomo Lafinur


 Señora de la selva, augusta rosa,   
 orgullo de septiembre, honor del prado,   
 que no te despedace el cierzo osado   
 ni marchite la helada rigurosa.   
 

 Goza más; a las manos de mi hermosa  
 pasa tu tronco; y luego el agraciado   
 cabello adorna, y el color rosado,   
 al ver su rostro, aumenta vergonzosa.   
 

 Recógeme estas lágrimas que lloro   
 en tu nevado seno, y si te toca  
 a los labios llegar de la que adoro,   
 

 también mi llanto hacia su dulce boca   
 correrá, probáralo, y dirá luego:   
 esta rosa está abierta a puro fuego.