A una rosa (Aguirre)
I
editarEn catre de esmeraldas nace altiva la bella rosa, vanidad de Flora, y cuanto en perlas le bebió a la aurora cobra en rubís del sol la luz altiva. De nacarado incendio es llama viva que al prado ilustra en fe de que la adora; la luz la enciende, el sol sus hojas dora con bello nácar de que al fin la priva. Rosas, escarmentad: no presurosas anheléis a este ardor, que si autoriza, aniquila también el sol, ¡oh rosas! Naced y vivir lentas; no en la prisa os confundáis, floridas mariposas, que es anhelar arder, buscar ceniza.
II
editarDe púrpura vestida ha madrugado con presunción de sol la rosa bella, siendo sólo una luz, purpúrea huella del matutino pie de astro nevado. Más y más se enrojece con cuidado de brillar más que la encendió su estrella, y esto la eclipsa, sin ser ya centella que golfo de la luz inundó al prado. ¿No te bastaba, oh rosa, tu hermosura? Pague eclipsada, pues, tu gentileza el mendigarle al sol la llama pura; y escarmienta la humana en tu belleza, que si el nativo resplandor se apura, la que luz deslumbró para en pavesa.