A una mujer entrada ya en edad
Esa cabeza erguida y orgullosa, ese ademán altivo y lengua vana eran muy buenos en la edad lozana cuando el jazmín reinaba con la rosa. Ahora amarillez, ruga enojosa invaden tu belleza soberana y en tus ralos cabellos ya la cana ejercen su potencia rigurosa. ¡Mira cómo dejaron tu semblante las voraces viruelas! ¡cuál los dientes negrean por los males y los años! Mírate en el espejo un solo instante y dime si tus modos insolentes me harán fuerza con tantos desengaños.