A una mujer (1 - Reina)
Es de rayos de sol tu cabellera la línea de tu rostro seductora; eres la encarnación de la hermosura; de las gracias la diosa. La voluptuosidad, ave de fuego, tiene por nido tus divinas formas; y hay un cielo de esencias y rubíes en tu risueña boca. Sólo te falta el alma, hermosa mía no tienes alma, no; pero, ¡qué importa! tampoco tienen alma las estrellas, las perlas, ni las rosas.