A una hermosa que dio en hacer buenos versos
¿No te bastan los rayos de tus ojos, de tu mejilla la purpúrea rosa, la planta breve, la cintura airosa, ni el suave encanto de tus labios rojos? ¿Ni el seno que a Ciprina diera enojos, ni esa tu esquiva condición de esposa, que también nuestras armas, Nise hermosa, coges para rendir nuevos despojos? ¿A celebrar de tantos amadores ingrata el fin acerbo te previenes que a manos morirán de tus rigores? Ya que en tus redes nuestras almas tienes, la lira déjanos, ya que no amores, para cantar al menos tus desdenes.