A una ciega (Balart)
No temas, no, que con esfuerzo vano
tras ti, ciega Fortuna, me remonte:
espera que tus ímpetus afronte,
no que tienda a tus dádivas la mano.
Sé que he de hallar abrojos en el llano;
sé que he de hallar espinos en el monte,
y en el linde fatal de tu horizonte,
árido yermo o fétido pantano.
Toda gran esperanza es gran quimera:
por eso, sin afanes ni porfías,
resignado prosigo mi carrera,
sabiendo que, al extremo de mis días,
el Desengaño sórdido me espera
con las manos abiertas y vacías.