A un soldado
de Antonio Ros de Olano
           
           Deja suelto el bridón; rompe la espada;
	plázcante la quietud y los sencillos
	festejos que tus hijos pobrecillos
	te ofrezcan al volver a tu morada.
	 
	   La voz de la tribuna hoy deshonrada;
	en manos de la plebe los cuchillos;
	la libertad forjándose los grillos...;
	esta es la Roma de la edad pasada.
	 
	   El acto de Catón a otros asombre;
	de César muerto nace el cesarismo;
	bruto exclama: «¡Virtud, eres un nombre!»
	 
	   Y así van las naciones a su abismo,
	sin que a salvarlas baste un solo hombre,
	sea Catón, o Bruto, o César mismo.