A un montañés
No hay quien en la nobleza a mí me exceda sobrepujo a los Cerdas y Quiñónez. Los Requesens, los Laras, y aun Borbones y al fin contrarrestarme no hay quien pueda. Soy señor Montañés, con esto queda dicho todo: resuenan mil blasones por remotas y próximas regiones, vuele mi fama y a ninguna ceda. Los laureles se quiten luego a Apolo ya que es mi voluntad, puesto que quiero que proclamen y ensalcen a mí solo. Pues repita la fama con esmero desde el uno hasta el otro opuesto polo que: Viva el Montañés aunque Alojero.