A un barrilito de jerez
Jugo Divino, honor de Andalucía y envidia del flamenco y del britano; tú por quien el Olimpo soberano torciera el gesto al néctar y ambrosía. ¡Cual me colmara el verte de alegría (más que con Hebe Júpiter, ufano) si a henchir mi copa con su blanca mano se hallase aquí la hermosa que te envía! El rubio Febo en sus collados tiene puro cristal: mi labio lo rehúsa, que a tan helados sorbos no se aviene. Sé pues mi numen tú, y ella mi musa, y al diablo doy los brindis de Hipocrene y el chorro de Castalia y de Aretusa.