A mi hija Agustina en su cumpleaños

​A mi hija Agustina en su cumpleaños​ de Olegario Víctor Andrade

Ardua montaña es la vida,
de misteriosa pendiente
en que a veces no se siente
lo que cuesta la subida
    tan soñada !
En la primera jornada
el impaciente viajero
halla más suave el sendero,
verde y florido el zarzal,
en cada soplo tina nota
y una perla en cada gota
del sonoro manantial.

Como un arpegio celeste
rueda en el aire liviano,
y los rumores del llano
forman la música agreste,
    la armonía,
de un mundo de poesía
que habitan bellas quimeras,
misteriosas mensajeras
de otra vida, de otro cielo,
do flota el alma serena
indiferente y ajena
a las miserias del suelo.

¡ Qué dulces son esas horas !
pero también ¡qué ligeras!
¡ Cuan risueñas las auroras !
Las brisas ¡cuan lisonjeras!
    Una lira
es cada árbol que suspira
con languidez o ardimiento
bajo los soplos del viento,
el músico vagabundo
que en notas dulces o graves
canta el amor de las aves
o los destinos del mundo.

No entolda el alma tranquila
ni una nube, ni una pena;
negra o rubia es la melena,
limpia y clara la pupila.
    ¡ Edad breve !
Aun no ha caído la nieve
de los desengaños hondos,
que hasta los cabellos blondos
convierte en hilos de plata :
aun el cauce no se ha abierto
del llanto, que deja yerto
el corazón, y lo mata.

Ya vendrán, hija del alma,
ya vendrán, hija querida,
los nublados de la vida
que fingen mentida calma ;
    ya vendrán
con su misterioso afán,
con su efervescencia ruda
las tormentas de la duda
que barren las ilusiones,
que destiñen los matices
y remueven las raíces
de la fe en los corazones.

Un año es un paso más
hacia la cumbre lejana
que llaman la dicha humana
y no se alcanza jamás;
    hija mía,
larga y penosa es la vía,
de mil abismos surcada;
no hay arroyos, ni enramada,
a veces en el camino ;
sólo la virtud sustenta
y en las fatigas alienta
las fuerzas del peregrino.

¡La virtud! perfume santo
que los contagios aleja,
que hace dulce hasta la queja
y da hasta al dolor encanto.
    Hija amada,
esa es la joya preciada,
el talismán prodigioso
que trueca el pesar en gozo,
que las querellas concilia,
que hace a la niña más bella,
y a la mujer una estrella
del altar de la familia !