A mi amigo Wenceslao Ayguals (Director de La risa)
¿Conque ni puertas ni rejas
De ti me pueden librar?
¡Maldito Ayguals, no me dejas
Un momento reposar!
Ya encanece mis guedejas
Lo que me haces cavilar,
Zumbándome las orejas
Con los ayes y las quejas
Que me envías sin cesar.
Irrita, pues, escorpión,
Mi lengua de basilisco
Con uno y otro arañón,
Con uno y otro mordisco.
Duréceme el corazón
Hasta dejarle hecho un risco
Para el duelo y compasión;
Mas ¡ay, si rompe el turbión!
¡Ay, si te coge el pedrisco!
Y ¿quién habrá que lo impida?
¿Quién ¡vive el cielo! me estorba
Darte una buena batida
Con esta péñola corva,
En tu propia hiel teñida!
Nadie... El coraje me encorva;
Y... óyeme, Ayguals, por tu vida,
Que con tu misma medida
Voy a templar mi tiorba.
Y pues, luchador atlántico,
En composición esdrújula
Retas a mi estro romántico,
Ayguals, yo rompo mi brújula,
Y así te vuelvo tu cántico.
Ya que persigues frenético,
Wenceslao, mi numen lírico,
Que rabia por lo patético,
Y para hacerme satírico
Me amenazas con lo de ético,
Seguiré tu plan diabólico:
Desde hoy agrio, amargo y ácido,
Mi zumbido melancólico
Será son alegre y plácido
Aunque me cueste un buen cólico.
¿Temes que mis fuerzas bélicas
Cedan y me quede exánime?
Dudas tienes bien angélicas;
Verdades oye evangélicas,
Que contigo voy unánime.
Quien no sea hoy un estólido,
Gran dosis de metafísico
Ha de llevar en su físico,
Que no es de moda lo sólido
Ya: lo elegante es lo tísico.
Veme a mí: influencia mágica
Ejerzo en todo espectáculo;
Y el vulgo, al verme con báculo
Caminar, y con faz trágica,
Me tiene por un oráculo.
Mas ¿a Bretón? ¡Santa Brígida!
Al ver su panza de ecónomo,
Lo darán horchata frígida,
Le pondrán a dieta rígida
Como al más fiero gastrónomo.
La magrura es un vehículo
Para hacer doctor en fárragos
Al ético más ridículo;
Para sabios es de artículo
Ser tan secos como espárragos.
Tal es nuestro siglo: encárate
Con cualquier autor dramático;
No hablemos de Gil y Zárate,
Con Príncipe y yo compárate.....
¡Bah! Tú eres un buey Asiático!
¿Qué hermosa mira con ánimo
Vuestros contornos exóticos,
Si los destinos despóticos
Dan siempre a vientre magnánimo
Los gustos más estrambóticos?
Y si a cuestión pantomímica
Lo reduces, ¿cuál más árida
De la de un gordo? La Química
A voces una cantárida
Recetará a vuestra mímica.
Si a una mujer (¡Santa Mónica!)
En sitio público (¡cáscaras!)
Diriges seña lacónica,
Se quedará como en máscaras,
Tendrá por risa sardónica,
Por amenaza satánica,
La seña amante y volcánica,
Y te tendrá por un tábano,
Que con torpeza mecánica
No quiere soltar el rábano.
¡Bah! Sé en lo gordo metódico,
y te jura tu vulpécula,
Que aun a precio menos módico,
Más de moda tu periódico
Ha de ser, per omnia sécula.
El amén tú lo dirás,
Que de derecho te toca,
Pues fuera me le coloca
Tu metro de Barrabás.
Y pues te devuelvo exactos
Tus esdrújulos malditos,
Ya ves, me cuesta tres pitos
El cumplir con nuestros pactos.
Mas si en encomiar los gordos
Tú te me cierras fanático,
Pese a mi interés apático,
Nos habrán de oír los sordos.
Porque, Ayguals, ni aquí ni en Flandes
Ha habido un gordo grande hombre,
Que a los gordos, no te asombre,
Les llama el vulgo hombres grandes.
Tal es el siglo en que estamos,
Siglo montado al vapor:
Cuanto más peso, peor;
Conque los flacos ganamos.
Y da gracias a que hoy
No me siento para el paso,
Que si no, os diera un repaso
Que hiciera ¡por San Eloy!
Vuestra derrota patente;
Mas porque no eches a broma
Lo que voy diciendo, toma,
Con lo que sigue entretente.
Sois un puro inconveniente
Vosotros los mofletudos;
Y haceros en la piel nudos
Fuera, a mi ver, muy prudente.
Prescindamos del apodo
Preciso de un barrigón,
Aquello de San Antón,
Pero con el cerdo y todo;
Prescindamos de que Utrilla
No sabe cómo ajustaros
Un chaleco sin ahogaros
O un pantalón con trabilla;
De que él se desacredita,
Y con fatal desengaño
Ve que no lo queda paño
De vuestro frac o levita;
Prescindamos de lo caros
Que sois y poco económicos,
Vamos a los lances cómicos
En que tenéis que encontraros.
Pues señor: que eres feliz
Y que tu cara hermosura
Te recibe en noche oscura
Y os veis nariz con nariz:
¿Dónde os esconde una trampa
Del tutor atrabiliario?
En baúl, balcón o armario
Ni a pechugones se os zampa.
No hay asilo que se os dé,
No hay hueco en que estáis holgados;
Si os cierran, morís ahogados,
Y si no os cierran, se os ve.
¿Y si vais de formación?
El fusil y fornituras
Os prensan las asaduras
Y sudáis el corazón.
¿Si vais a un duelo? ¡Qué azar!
Aunque el contrario sea manco,
Como oponéis tanto blanco,
Por fuerza os ha de tocar.
Pues digo ¿si es a pistola
Y os toca el tiro segundo?
¡Bah! Despedíos del mundo
Y que carguen su arma sola.
¿De qué os valdrá la fatiga
Que empleéis en perfilaros?
La bala al fin ha de entraros
Por mitad de la barriga.
Pues ¿si viajáis en carruaje?
Basta solamente veros
Para que los compañeros
Pronostiquen un mal viaje.
Cualquier asiento es escaso
A vuestras asentaderas,
Y los puentes y escaleras
Rechinan a vuestro paso.
Si os caéis, ¿quién os levanta?
Pues casados y dormidos
Os supongo: ¡qué ronquidosl
La pobre mujer se espanta.
Y si coge al fin el sueño,
Sueña con un terremoto,
Y es que mugen como un choto
Las narices de su dueño.
Pues ¿si hacéis el alma tierna?
¡Qué cariños tan brutales!
¡Como que son diez quintales
Cada brazo o cada pierna!
Y paro aquí por lo grave
Del asunto, que si no,
Hasta dónde fuera yo
Dios solamente lo sabe.
Por cuyas dos mil razones
Os llevamos gran ventaja
Los hombres como una paja
A los hombres barrigones.
Referencias
editar- ↑ Wenceslao Ayguals de Izco, (1801 - 1875), escritor y editor español.