A los serenísimos señores infantes

A los serenísimos señores infantes
de Juan Bautista Arriaza


No tanto de placer queda colmada   
la ansiedad del cansado caminante,   
cuando alzando los ojos ve delante   
las torres de la villa deseada;   
 

ni con júbilo igual ve recobrada   
su libertad la tortolilla amante,   
volando al dulce nido en el instante   
que rota ve la pérfida lazada;   
 

como al ver la bondad y gracia unida   
de Carlos y Francisca, alegre aclama    
la imprenta a su favor agradecida.   
 

Las letras sirven bien a quien las ama:   
tiempo vendrá en que paguen su venida   
con la inmortalidad y con la fama.