A la señorita María de la Concepción Ganoso
Aún en mi corazón, con fuego impreso, y en mi atónito oído resonando, dura el suspiro de tu acento blando, más dulce que de amor el primer beso. Al donoso ademán, al embeleso de tu expresión y tus miradas, cuando cantas el aire bético imitando, ¿quién, Corila gentil, no pierde el seso? Bella, sensible, juguetona, esquiva, me exalto, y río, y me estremezco, y lloro al eco de tu voz tierna o festiva. ¡Feliz quien goce el mágico tesoro de tantas gracias, y contigo viva, y escuche de tu labio un: Yo te adoro.