A la mujer que pasa

El cencerro de cristal
A la mujer que pasa

de Ricardo Güiraldes


¡Oh! el dolor de tu cuerpo voluptuoso, apto a la herida de la carne quemadora.

Vorágine obsesora,
tortura lenta.

Sueño estatuario,
estética de carne.

Vitalidad turbulenta,
camina lenta.

Y deja que ritmen tus talones,
candentes dominaciones.
Estética de carne,
carne de amor.

Belleza, alma pagana de la forma;
diosa que espira su perfecto por la línea,
multivital, del movimiento y del volumen.
Misterioso numen
que ilumina,
el alma de la plástica divina,
que ama por tu cuerpo generoso,
el poderoso,
argumento de lo hermoso.


ENVÍO

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Oh, carne dolorosa: Deja que en ti ascienda, por los siglos de los siglos, de un espasmo, hasta el dios que por tus ojos llama los labios oradores.

Y sea mi corazón,
pulsación,
harta de perfección.

Estética de carne, carne de amor.


Buenos Aires, 1816.