A la muerte de Filis
Mientras vivió la dulce prenda mía, Amor, sonoros versos me inspiraste; obedecí la ley que me dictaste, y sus fuerzas me dio la poesía. Mas, ay, que desde aquel aciago día que me privó del bien que tú admiraste, al punto sin imperio en mí te hallaste, y hallé falta de ardor a mi Talía. Pues no borra su ley la Parca dura (a quien el mismo Jove no resiste), olvido el Pindo y dejo la hermosura. Y tú también de tu ambición desiste, y junto a Filis tengan sepultura tu flecha inútil y mi lira triste.