A la injusticia
Al tribunal de la injusticia un día, El mérito llego desconsolado, A la deidad rogándole postrado Lo que por sus hazañas merecía: Treinta años de servicios exponía, Diez batallas, herido, acreditado, Volvió el rostro la diosa al desdichado Y dijo: no ha lugar, con voz impía. Mostró luego el poder sus pretensiones, Y la ingrata a obsequiarlo se decide, Aunque oye impertinentes peticiones; Y cuando injusta al mérito despide, Al poder por razón de sus doblones, La deidad decretó: como lo pide.