A la entrada victoriosa
Pisa Ricardo la ciudad tomada y entre el tropel de la vencida gente Febo divino, Marte armipotente, sale también a celebrar su entrada. Febo le toma la invencible espada, y con laurel eterno alegremente ciñe y enjuga la gloriosa frente de espeso polvo y de sudor bañada. Contempla Marte al ademán bizarro, y al ver que resplandece en su semblante la gloria de Cortés y de Pizarro. Alargole la diestra fulminante, e hizo montar en su soberbio carro al domador del Rosellón triunfante.