A la batalla de Ayacucho
¡Mudo EL cañón, del campo fratricida
el suelo en sangre tinto; la bandera
que triunfadora el orbe recorriera,
por española menos abatida!
¡Oh Pizarro! ¡Oh dolor! Si aquí blandida
tu centelleante espada reluciera,
del mundo de Colón señora fuera,
no de mis propios hijos, ¡ay!, vencida.
Así, sobre los Andes, real matrona,
el manto desprendido, adusto el ceño,
con llanto de furor su mal pregona.
Y al ver un mundo en manos de otro dueño,
a la vencida tropa, por desdoro,
lanza en pedazos mil el centro de oro.