A la Condesa de Torena en su boda
Siempre, bella Pilar, siempre risueño luzca a tus ojos el solemne día que de tus gracias su ventura fía quien se envanece de llamarte dueño. Cien veces mayo ofrézcate halagüeño las flores, que sin él tu aliento cría: corra tu edad en plácida alegría como un sabroso y bonancible sueño. De amables niños, lisonjero adorno de matrona feliz, fórmete en breve séquito digno turba bulliciosa, que al agruparse de su padre en torno, entre blandas caricias le renueve rasgos y hechizos de su madre hermosa.