A fuerza de arrastrarse: 34
Escena XV
editarDICHOS, PLÁCIDO y CLAUDIO, por el fondo, con DON ROMUALDO, DON ANSELMO y los padrinos de CLAUDIO.
MARQUÉS.-(A PLÁCIDO.) Vengan los brazos.
PLÁCIDO.-(Se abrazan.) ¡Padre mío! ¡Don Claudio viene a excusarse con usted, a darle una satisfacción, a pedirle perdón! No ha retrocedido ante la muerte, pero se humilla ante la noble figura del señor Marqués de Retamosa.
CLAUDIO.-No he retrocedido ante la muerte, pero me humillo ante la noble figura del señor marqués. ¡Mil veces volvería a batirme como me he batido, y mil veces me humillaría como me humillo! Para mí, el peligro es un acicate...
PLÁCIDO.-¡Basta!
CLAUDIO.-¡Basta de acicate!...
MARQUÉS.-¡Esa mano!... (Tendiendo la suya.)
CLAUDIO.-No puede usted figurarse con cuánta alegría estrecho su mano. Ya no hay aquí armas mortíferas.
PLÁCIDO.-¡Basta!
CLAUDIO.-Basta de armas mortíferas.
MARQUÉS.-(Llevando a PLÁCIDO aparte.) Ya le he escrito al director del periódico que presente su dimisión. Usted será el director de mi periódico. Así premio yo a hombres como usted.
PLÁCIDO.-Señor marqués... (Se dan las manos.)
DON ROMUALDO.-(Llevándole aparte.) Ya he hablado con el marqués... En mi distrito hay un puesto vacante, el que tenía don Anselmo: cuente usted con que será usted diputado. ¡Eso merecen hombres de corazón como usted!
PLÁCIDO.-Don Romualdo... (Dándose las manos.)
JOSEFINA.-(Llevando aparte a PLÁCIDO.) ¿Se acuerda usted del sueño de antes?... ¿Quiere usted que sea realidad?... ¿Me quiere usted de veras?
PLÁCIDO.-¡Con el alma!
JOSEFINA.-¡Pues yo también! ¡Qué menos para pagar amor tan verdadero!
MARQUÉS.-Todos ustedes me van a honrar acompañándome a la mesa..., y al terminar el almuerzo todos brindaremos por dos hombres de corazón... ¡Plácido, dé usted el brazo a Josefina! (Todos, con alegría y voces, se dirigen al fondo.)
BLANCA.-(A JAVIER.) ¡El menos ridículo, el marqués! ¡El más miserable, Plácido! ¡La más liviana, Josefina!... ¡Óyelos!... ¡Óyelos!... ¡Los malvados, nosotros, y sobre ellos y sobre nosotros, envolviéndonos a todos, la farsa repugnante..., la farsa asquerosa..., la farsa ridícula!... ¡Llévame de esta casa, llévame!... ¡Aire puro, por Dios!