A Sara (López de Ayala)
Noé, segundo Adán de los mortales, de turba irracional acompañado, en el arca famosa anduvo a nado hasta que vio pacíficas señales. En la ausencia, que es arca de mis males, me encierran tu rigor y desagrado, de mil remordimientos acosado, que son los más feroces animales. Con esta carta, a guisa de paloma, tímidamente me aventuro, y pruebo si se ha calmado el mar de tus enojos... Dímelo por piedad; que, si no asoma la pacífica oliva, no me atrevo a presentarme a tus divinos ojos.