A S. M. la reina doña Isabel II
Vierte tu sangre con furor insano
horrendo crimen, y al trocar la tierra
fecundiza tu sangre cuanto encierra
de sublime y heroico el pueblo hispano.
Te protege el Señor; por él, en vano
tu cuna de oro contrastó la guerra;
y del puñal, que a tu valor no aterra,
más grande y bella te guardó tu mano.
Así tras noche tenebrosa y fría
al sol más puro que el rosado Oriente
con acrecido amor saluda el hombre;
Y la belleza al contemplar del día,
del sumo Dios con pasmo reverente
saluda humilde el infernal renombre.