A Ofelia en sus días
Una vez, y no más, Ofelia mía, una vez y no más plugo al destino que a tu lado me hallase el matutino plácido ambiente de tu fausto día. Fortuna entonces a mi amor reía: feliz gozaba tu mirar divino, y al eco de tu labio purpurino nadaba el pecho en célica alegría. ¡Todo cambió! Por términos extraños funestos dones debo a la venganza: mofa, pobreza, canas, desengaños. Sólo en mi corazón no hallo mudanza, que el poder de las penas y los años en él tu imperio a destruir no alcanza.