A Mariano de Arriaza
Hoy se presenta a mi memoria triste tu fin sangriento ¡oh malogrado hermano! Con tanta pena, que la gloria en vano tu cara imagen de laurel reviste. «Viva mi patria, y muera yo» dijiste, firme en el muro, y con espada en mano; responde el trueno del cañón tirano, y envuelto en sangre a su rigor cediste. Consternación, pavor, silencio, y llama siguió al desmayo de tu brazo fuerte, y sobre tu sepulcro se derrama. ¡Ay! Que también en el morir hay suerte, que el terror mismo enmudeció a la Fama, y el mundo ignora tan gloriosa muerte.