A Margarita en sus días
Dos veces y no más Márgara mía, veces y no más plugo al destino que a tu lado me hallase el matutino plácido ambiente de tu fausto día. Gozoso entonces admirar solía los rasgos de tu imperio peregrino, y al eco de tu labio purpurino colmaba el pecho insólita alegría. Todo cambió. Por términos extraños perdida ya de verte la esperanza, me acosan males, tedio, desengaños. Sólo en mi corazón no hallo mudanza; que el poder de las penas y los años en él tu imagen a borrar no alcanza.