A Lola
¿DICHOSA la edad florida
De las dulces ilusiones,
Dichosos los corazones
En cuyo centro se anida
El encanto de la vida,
El sentimiento profundo
Del placer y del amor!
Mas oye, Lola, en el vergel del mundo,
Mil espinas oculta cada flor.
Si en la encantada pradera
Donde los claveles crecen,
Y blandamente se mecen
Con la brisa lisonjera,
Sientas la planta ligera
Y respiras de las flores
El aroma embriagador,
Teme, Lola, del hado los rigores,
Que hay una espina cruel en cada flor.
Si te deslizas ufana
En el jardín, indecisa,
Revelando en tu sonrisa
Lo que de tu pecho emana,
Sin pensar en que mañana
Una ley aborrecida
Te ha de entregar al dolor.
Tente, Lola, en el prado de la vida
Hay un dardo punzante en cada flor.
Si una ilusión halagüeña,
Si una visión peregrina
Te deslumbra, te fascina,
Y tú al mirarla, risueña,
Cual la onda que se despeña
En el torrente profundo,
La persigues sin temor,
Recuerda siempre, Lola, que en el mundo
Has de hallar una espina en cada flor.
Si en tu mente sosegada
Algún pensamiento arde
Cuando declina la tarde
Y está la vega callada,
Y en tu alma delicada
Ese pensamiento extraño
Te hace desear el amor,
Bien puede, Lola, el mundo por tu daño
Darte agudo puñal, y no una flor.
Bien puede en las noches puras
A los piés de tu alta reja,
Contarte su tierna queja,
Y sus crueles amarguras
Y todas sus desventuras,
Apuesto, airoso y galano
Un amante rondador,
No tomes, Lola, flores de su mano,
Que hay una espina cruel en cada flor,
Sí, hay espinas que punzan y hay veneno
En esas flores de la vida, Lola,
No les guarde jamás tu casto seno,
Que estando siempre de virtudes lleno
A ser feliz te bastarás tu sola.
Si has aprendido ya, que en esas flores
Que bordan los pensiles peregrinas
El germen se encerró de los dolores,
Los versos que te escribo halagadores
Son flores, es verdad, mas sin espinas.