A Ligurino
Garzón de tan linda faz,
que, vestido de mujer,
nadie pudiera creer
que fuera el traje disfraz:
al presumido Narciso
en gracia y beldad excedes,
y al troyano Ganimedes
a quien Jove mismo quiso.
No hay en nuestros campos flores,
ni en el firmamento estrellas,
como en Lima damas bellas
que codician tus amores.
Mas las disuade y, arredra
de decirte su ardor vivo
ser tú mas fiero y esquivo
que el casto alnado de Fedra.
Esta poesía forma parte del libro Obras poéticas (1872)