A Isabel
De Málaga la tierra encantadora puso en tu frente cuantas rosas crías, y el espléndido sol de Andalucía, en tus ardientes ojos se atesora. Cuando la risa endulza y aminora el rayo audaz que tu mirada envía, el alma se estremece de alegría, bañada en luz de la primer aurora. Un espejo te mando... -¡Error profundo! Si al retratarte, el gozo te despierta de admirar en tu rostro un paraíso, mustio después encontrarás el mundo, y temo que el espejo se convierta en la encantada fuente de Narciso.