A Gertrudis Gomes de Avellaneda
En esos hoy encantadores valles, montes un día y rústicos apriscos, el cetro del poder abrió entre riscos parques floridos y frondosas calles. Rocía a sus ninfas los esbeltos talles, raudal brotando entre espumosos discos, por grupos bellos y altos obeliscos, émulos de la pompa de Versalles. Si en la enramada el ruiseñor modula festivo cante y la nadante carpa en clara fuente plácida circula, feliz cual nave que ligera zarpa para tu isla natal, celebra ¡oh Tula! ese Brobón-Edén, pulsando tu arpa.